Al lado de la ventana (para la amiga que perdí)

Resulta que soy el único que va al sur.

Camino pacientemente por una calle casi solitaria y oscura.

El roce de mi morral con el pantalón genera un sonido que posee cierto ritmo.

Me sienta bien esta soledad.

Aunque por momentos no pienso que sea así.

Esta completamente vacía la estación del metropolitano.

Espero a que venga un bus con asientos libres, el celular me distrae de no cavilar tanto.

El cansancio late en músculos de mi espalda, anhelo masajes.

Al llegar el transporte, hay varios asientos vacíos.

Al lado de la ventana tiene una magia, ver como el camino desaparece o se deforma, eso da tiempo para pensar.

Hay amigos, buenos amigos, que no volverán, que se perdieron en etapas de mi vida.


En especial una amiga, a quien podía confiarle mi vida, como una hermana, sabia mis secretos y yo los suyos.

Extraño su amistad, y por más que intente recuperarla ya no hay vuelta atrás.

Es merecible pero a la vez injusto.

Pretendo un día llevarte chocolates y que me los recibas con reticencia.

No habrá un abrazo, quizá una conversación seria, hablaremos sobre las últimas cosas que nos hayan sucedido.

Tal vez nos reiremos.

Y cuando me vaya, al despedirme trataré de abrazarla como antes, pero algo me dice que no será igual.

Estar al lado de la ventana conlleva a la nostalgia.

Y el silencio de hombres y mujeres cansados regresando a casa es la música triste que me acompaña.



(día arduo)

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