Líneas de un domingo por la tarde
Me siento aletargado en este cierre de semana, me imagino que es por el sueño atrasado de días atrás.
Nada que sea irreversible. Aunque en este estado cada extremidad se vuelve pesada, al igual que la sensación de la montura de los lentes sobre mi tabique torcido, siento su textura presionando en la nariz, y mis ojos se tornan sensibles a la luz, el ardor acelera el abrir y cerrar de ojos, y las lunas se empañan rápidamente.
Pretendo una salida al cine, acompañado de alguien a quien no termino de conocer, no es trascendental, ni factible de ilusionarme, es simplemente lo que se llamaría amical.
Siento que escapo y que las cumbres que antes quería alcanzar son solo escombros disfrazados con la tierra. Marchitos paisajes que hace un buen tiempo eran azules y verdes.
No suelo sonreír en las fotos porque mi cara no se presta para el retrato, me gusta la naturalidad de las cosas, la espontaneidad de un paseo, y evitar las negatividad y las malas actitudes.
¿Por qué? porque hay que vivir y dejar morir, porque los procesos mentales nunca se detienen, y cada vez que aumenta el porcentaje soy capaz de lograr mis cometidos.
Es posible que aun no sepan mi nombre, pero pronto lo dirán al unísono.
Y a la vuelta de la calle principal saldremos de la sala, tomaremos un café y reiremos, sólo eso.
No es necesario encontrarse una mitad cuando uno es por si solo, entero.
Y nacerán otras montañas, absolutas de verdor, listas para ser escaladas, es ahí cuando llamarán a mi puerta.
Nos despediremos, y será joven la noche, probablemente iré a tomar unas cervezas con mis amigos, que son pocos pero son.
(Live and Let Die, pieza maestra, inspiradora de este humilde servidor)
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