Impaciente
Nos estrellamos como esas noches cuzqueñas a las que amo comparar con un cartón negro salpicado de leche, y el temor que me ocasiona referirme a la vía láctea.
Las puntas se doblaron, las esquinas se perdieron a lo lejos, el perro hurga impregnándose del perfume del aire.
La antipatía vuelve cuando siento un poco largos los caminos, y cuando el flujo artificial de bienes y servicios se hace añicos muy rápido.
La cima es mi descanso, mi alivio temporal, pero no solo basta con pequeños cambios de actitud, es cuestión de completar la estrategia.
Siempre me he considerado impaciente, y a veces los años pasan veloz siendo impaciente. La música llega a tranquilizarme.
Es cierto que a veces lleno el espacio vació con conversaciones carentes de ánimo, y con intenciones poco decorosas, pero quiero estar adelantado, trascender, como todos creo yo.
La comedia siempre sera mi salvación cuando la duda me inunde, mi chaleco inflado en medio del mar tormentoso, la risa sera mi religión.
(volvieron las series)
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