Centro gravitatorio
Tengo unos minutos hasta que el
sueño termine de invadir la totalidad de mi cerebro y obligue a dejarme envolver
por esas sábanas encantadas hasta que no quede más existencia que la de un
susurro onírico.
Me apuro, pues mis párpados
comienzan a sentir la pesadez y se dan la oportunidad de balancearse como una
pluma hasta caer y cerrar el túnel.
Estuve en silencio porque quería
escoger mejor mis palabras, porque he pasado un buen momento equilibrando mi
vida, practicando mis planes secundarios. En ese sentido, he extrañado como un
loco el escribir lo que sale de la carne pura, del centro gravitatorio.
Sueño e imagino diálogos todo el
tiempo, desde que observo la luna ayudándome a deslindar de esas fuerzas
turbias que quieren estancarme y de seguir dando un pequeño paso y luego otro
más; hasta que mis ojos se nutren del líquido negro de la oscuridad de mi
cuarto y puedo oír historias que aún no escribo.
Las imágenes son mi adicción,
como los cigarrillos que pocas veces fumo, solo las disfruto en mis momentos
más humanos. Y envidio como no tienes idea, del arte y la magia del cine, de
los planos, luces, diálogos y perfecciones.
Solo resisto para este último escupitajo
de letras coherentes: deja de soñar despierto, conviértete en el sueño.
(No dejes de...)
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