Capricho
Me la paso analizando una negativa en mi contra, lo hago porque mi voluntad está dispuesta a ocupar parte de mi tiempo, porque el interior tiene ansias por dilucidar, esclarecer, y no sé qué más. En consecuencia, siento que debo configurar más de cinco palabras, ensayando un encuentro casual, provisto de cafeína, alcohol o verdades. De manera pausada, retiraré las cáscaras que develarán tu verdadera esencia y la conversación fluirá sincera, clara como el líquido vital.
Solía ser un poco más joven, acariciando a medias las experiencias correspondientes a cada etapa de vida, pero nunca deje los modos primitivos de la expresión del erotismo, el apetito animal, como cualquier otro diría yo. Eso me hace volver a lo nuestro.
Para ser honesto, he consultado con la contraparte del espejo las verdaderas intenciones de este humano sediento de mucho por no decir todo. En ese sentido, concluyo que aún te puedo dejar al azar de lo sucedáneo, como quien deja un objeto caer y voltea para no ver el impacto.
Recuerdo que siempre ardiste, al menos en tus inicios, y pude ser parte del enredo entre tu lengua y la mía, también del tacto y la sensibilidad de las partes que nos humanizan. Siempre quemaste, con tu silueta de atractiva confección curvilínea, muy pegada a mí y a los oscuros símbolos de las calaveras.
Como dije antes, nos ataviamos, expresando con brutal honestidad lo que deseábamos el uno del otro, satisfacer los ímpetus, combatir la inexplicabilidad de la existencia.
Nunca pude identificar, o tal vez no quise hacerlo, las implicaciones inevitables del calor que creábamos en conjunto, no comprendí la posibilidad de hacer nacer en ti esos matices de enamoramiento, era egoísta porque pensé que tú eras igual, tu independencia me excitaba tanto como tu atrevimiento, la capacidad de protegerte sin necesidad de nadie lideraba en mí el más puro de los anhelos.
Es por ello que nunca creí que ibas a ser parte prolongada de mi vida, no hallé en ti continuidad, tal vez estuve equivocado, tal vez las elecciones tomadas fueron erróneas.
Es por eso que quiero con ansias reproducir esta perorata mirando a tus ojos, a la madurez escasamente encontrada que nos agobia y nos torna racionales, determinar el motivo de este texto y descubrir porque te busco siempre.
(aunque no parezca, esta es la canción perfecta para este texto)
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