Alguna vez en la vida

Ubicados en las sillas respectivas,
sostenidas en la punta del iceberg,
abrigados hasta el cuello.

Esto sucedió alguna vez en la vida,
cuando no había que perder.

Los focos dramatizaban tu mirada,
oscurecían mi apariencia.

El hielo se derretía
con cada verbo
humedeciéndose en tu saliva.

Como siempre, yo era el espectador.

Decías: “el mundo se desbarata a nuestro alrededor
y tú solo quieres besarme”.

Las guerras se libraban en las palmas de nuestras manos.

Respondiste por mí:
“y no te arrepientes”.

Caímos redondos una vez derretido el hielo,
con las bocas juntas en una posición extraña.

Las balas nos despeinaban, la artillería era pesada,
pero siempre estabas ahí.

Al despertar te buscaré, inventando más excusas.





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