Tridentes
En la circunstancia atenuante de mi tristeza,
en mi escenario enmascarado,
entre las capas crujientes,
frente a líquidos que se sorben,
me senté a comer un sándwich
y conciliar con mi anonimato.
Si alguien supiera
de mi débil ozono,
sabría que soy fuerte
por mi barba y mi panza,
que mi supuesto autoexilio
es un ruego por algo de conexión
o quizás un poco de fama.
Me cuesta recordar cómo llegué
a contener tanta nada,
a veces no quiero ser el idiota
que pide la cuenta antes de empezar.
Pero me expongo patriótico,
malgastando comillas con los dedos,
soy el escaparate de mis miedos,
soy el de los audífonos
comiendo un sándwich y tomando un trago.
Si alguien llegase a saberme,
espero que abrace
mis hubieras,
mis ojalás,
mis necesarias conjunciones,
y así llegar tarde al destino,
y así apagar la alarma.
Porque el tumulto se asienta
y yo ya me voy, el sustento se me va.
He estado del otro lado
y probablemente lo volveré a estar.
Sin embargo una noche como esta me interpela y
un número par horada sus tridentes en mi.
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