Palabreo egoista
Me visita el temor de existir regido por alguna gramática emocional autoimpuesta, me invade el temor de crujir como una hoja evaporada bajo el sol ardiente de la soledad, me intimida el pánico por llegar al punto de quiebre y tener que ser argumentado por un tercero. Así te veo, entre comillas, bailando a tu manera sobre mi superficie, con las manos frías, haciendo un revoltijo en mi pecho, un agujero en el estómago. Así me veo, llegando tarde y a propósito, amando mucho protegerme, reescribiendo las suturas, aguardando por la cura, pero nada de esto es real. Así nos veo, temiendo darnos cuenta que el amor es el lujo más preciado en la historia de la vida y que nunca alcanzaremos, que enamorarse no será más que un pasaje, un conjunto de puntos y comas, renglones breves de ignorancia disfrazados de una recolección de experiencias. El hedor emocional se dispersa por toda mi casa, crea una peste que nadie percibe, solo yo, en mi amor supura una lava ardiente que a nadie alcanza solo a mí, en mi rugido hay un ruego del que todos leen pero estoy obligado a apagar. Así te veo, como en todos los sueños que invento, te veo implícita en las frases que inspiras y las junto en retazos, van cosidas a mi palabreo egoista.
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