Gilantropitecus
-Oe gil -se le escuchó decir con voz agravada.
-Oe recontra gil -sonaba su voz asolapada reinando desde el recóndito de su butaca.
-Ven papi, aquí estoy.
-Guapo, guapo, ven aquí -insistía la maldita.
No se veía absolutamente nada y a la vez sabía que todos los ojos apuntaban a mí, el único pavo llegando tarde a la función. Se escuchaban risas.
-Ya te jodiste -pensé con pica, tratando de encontrar la fuente camuflada de su voz.
Una vez que adopté la oscuridad, aclimatado como un Bane principiante, tras unos segundos de ser el centro de atención, pude verla exagerando sus brazos, los estiraba y giraba como si sus manos portaran la señalética para guiar un avión.
-Oye cojuda, chistosita estás hoy- le dije sin mirarla, apenas me senté a su lado, la sala recién se iluminaba, iniciaba el primer tráiler de la noche, una peruana nominada al Oscar, la última de Lombardi antes de morir.
Mientras me instalaba en esa butaca incómoda del Cineplanet, se me acercó al oído retomando su voz original. -Estás molesto viejo? mi viejito? mi barbón?
Se cagaba de risa, apenas le importaba hacer bulla en el cine. Uno que otro tipo volteaba a ver cómo terminaba el acto de comedia que ella involuntariamente había inventado, yo fingía estar enojado.
Se me acercaba más, olía rico, me dieron ganas instantáneas de chaparla.
-No te molestes Gonzalito, no seas resentido, ven mi gil, eres mi gil….mi gilantropitecus…jajajaja.
Se siguió carcajeando hasta que alguien, un “x” desde su cobarde oscuridad dijo “shhhh”.
La increpada detuvo su show altoque, aproveché en voltear mi mirada hacia ella para atribuirme ese “shhh” como mi venganza personal.
-Ya te palteaste preciosa? -shut the fuck up, le susurré al oído con sorna, su perfume me hacía salivar, esta vez se sonreía como acabando de hacer una travesura, sin hacer ruido alguno.
Sin avisarle, puse mis manos en su cabeza detrás de sus orejas, la llevé hacia mí boca y le estrellé un beso, lo recibió con dulce violencia, nos babeamos los labios, nos mordimos, incluso nos manoseamos por un rato mientras la pantalla nos anunciaba las medidas de seguridad en la sala.
Separamos las bocas con las trompetas del jingle de 20th Century Fox y mientras pasaban los créditos iniciales de la película se volvió a acercar y me dijo bajito:
-siempre que me besas, me mojo un montón-.
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