Ventanitas
He sido suavizado por un poema,
me lo dio alguien desde una ventanita rectangular.
Hasta aquí llegué,
me desvanezco con las ráfagas de la B, esperando la C.
Derretido por un calor bienhechor,
envuelto de una viscosidad palpitante.
Y es que ese texto charlaba de pájaros de colores,
de inocencias inquebrantables,
con tanta pureza mi amor se vertió en el paradero.
Eso es todo, he sido bendecido con la monotonía de la existencia,
amalgamado como la materia más común y corriente,
feliz, trepando el acordeón.
El poema se deshace en mis manos,
sus pedacitos se van dispersando por las ventanas del bus,
son como pajaritos fundiéndose en el calor,
yo solo quiero embadurnarme de sus cenizas
y que algo de este rito valga la pena,
necesito que alguien sepa lo que me han hecho una bandada de letras.
Me disculparán entonces,
por la estela meliflua que dejo impregnada en el bus,
por repartir un pedacito de mi alma entre los pasajeros
(sus ventanitas se asfixian de imágenes)
me excusarán, pero quiero que se sepa,
de alguna manera, esta bella inundación jamás me abandonará.
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